De aquellos Jueves Santo de antaño.
“… Íbamos a ver
al “Amarrao” y a Confalón
a “Puerta Cerrá”, donde se encontraban con La Sangre y era lugar de ambiente
“Semana santero”, de tertulia
esporádica y del critiqueo típico entre seguidores de una u otra hermandad;
esto es posiblemente lo más lejano que recuerdo, de manera imprecisa, algo
nebuloso en la memoria y quizás adornado casi de manera inconsciente, por lo que pude escuchar a través de los que
me rodeaban.
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Y “asomaíto”
a la memoria, que es la ventana del tiempo, sobre las rejas mis manos… aquella noche en el pensamiento.
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“…
haciendo esquina con Pedro Barba, justo
antes de empezar lo estrechillo, quedaría
grabada en mi memoria una noche de Jueves Santo: la imagen sudorosa,
sonriente y “colorá” como la grana, de mi padre asomado bajo los
faldones del Cristo
de la Sangre; pararon, me arrimé embelesado a los
“cortinajes” de aquel misterioso teatro a ras de suelo, me dio un beso o quizás
dos, bebieron agua y se hizo la “levantá” y con la misma alegría que llegó el
paso al lugar, se fue “pa” “Puerta Cerrá”.
... Ahí, ahí empezaría mi historia
como futuro cofrade. Todo lo que haya venido después con relación a mi
pertenencia al mundillo del costal y las hermandades, dio comienzo aquella
noche. El único testigo que me queda es
el “Señor del Convento de San Agustín”,
el Cristo de La Sangre. …”
Montero Bermudo. Jueves Santo 2.017
Que bonito Rafa
ResponderEliminarCon la añoranza y la fe puesta en los mejores sentimientos, sigo a la espera de ese encuentro soñado con todo cuanto perdí.
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