Los palcos en El Salón.
Un año más se pone a la venta pública
el derecho a ocupar lo que ya es público, o sea, lo que es de todos se le
ofrece al que lo vuelva a pagar si tiene ese “poder” (el que no que se espabile) así con ello tendrá el privilegio de colocarse
en lugar predominante, delante de quien sea porque para ello paga (todo un derroche de humildad por parte de
quienes conforman nuestra iglesia) ¡Toma
ya ejemplo! Y digo yo, aunque me
repita, porque lo he dicho en años anteriores
¿Hasta cuando la gente de mi iglesia seguirá cometiendo estos actos de
desigualdades?
Se acota el centro neurálgico de la
Ciudad para uso y negocio de unos cuantos, los míos, pero que no estoy de
acuerdo y así lo hago público, o sea, en esto no soy de ellos. No comulgo con
estos ejemplos, porque se desprecia al que no tiene y nosotros que seguimos a
Aquel que vivió por los demás entregando hasta su propia vida, contradecimos en
buena manera su ejemplo.
Con todos estos actos de Semana Santa,
donde conmemoramos y recordamos los sufrimientos y la muerte de Jesús,
estamos obligados más si cabe en estos días, a hermanarnos y echar una miradita
con la mejor de las voluntades al débil,
al que no puede, al desahuciado, al que se siente solo, al perdido, al que lo
necesita… esta imagen de: parcela,
propiedad o división entre quienes tienen los euros para pagarlo y quien
no los tiene o les falta para otra necesidad,
es deplorable y la ética huelga por ausencia.
El Papa Francisco nos viene avisando
desde que llegó: cosas como estas y “negocios” parecidos no deben ser bien
visto desde la Iglesia; yo así lo he entendido, aunque parece ser que hay
quienes ven de otra forma o hacen oídos sordos. Otra cosa sería que ello,
los palcos en un lugar céntrico del recorrido o lugares “reservados” con posibilidad de asientos,
fuesen para gente mayor, imposibilitados, minusválidos…
Mientras los “pudientes” se vanaglorien de poder
estar “más cerca” y en “lugar de honor” delante de Cristo y su Madre, los demás
andarán dando saltitos por los bancos o de puntillas para verlos pasar, pero
que nadie se apure, el Señor estará entre todos y si hace falta por fuera de la
“zona acotada” dando besos y abrazos a
cuantos con fe anden en su busca, Él y su Bendita Madre estan muy por encima de
Carreras Oficiales o “tenderetes” y no miran el tamaño de la vela con la que se
alumbra. Si no se puede ver en el Salón, el pueblo y recorrido es largo y
sobran rincones y plazuelas donde admirar, demandar o rezar cuanto se necesite;
mientras tanto, esperemos que alguien con más capacidad que este humilde
costalero, les haga entender a “los jefes” que esto de los palcos tal como se
viene haciendo no es congruente.
Montero Bermudo.
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