campiña ecijana

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miércoles, 24 de octubre de 2018

42 años después


          Aniversario


          Iberia nos llevó a San Pablo y un taxi a Sevilla…    Sevilla, ¡Ay Sevilla! La inimitable capital al sur de Europa por antonomasia, lugar en el universo donde es posible vivir soñando hasta por encima de entorpecimientos y altibajos, que siempre los hubo. La Urbe de la gracia; La antiquísima Hisbaal que precediera a la Colonia Julia Romana Hispalis de Julio César; la de Adriano y Trajano; la Isbiliya de Abú Yaqüb y su Giralda; la de Fernando III… que dijeron Santo ¡Vaya usted a saber!  la de Queipo de Llanos de tan malos recuerdos; la del Tamarguillo con sus desmanes, el Betis y Curro Romero; la de los capillitas engominaos en la más grande de las “Semanas Santas”; la Ciudad de la FERIA con mayúsculas y de los “Palanganas”; la inmortal Metrópolis que aguantara carros y carretas en su devenir histórico, resurgiendo siempre orgullosa y con salero a raudales, que a eso no hay quien le gane…      la Sevilla de mi viaje de novios…   ¡El viaje!  ...    ¡Ojhú!   Me pongo a charlar y se me va el hilo.
          De la Estación de autobuses “La Catalana” nos metería en El Salón un poquito antes de anochecer. Écija…  con su ramito de flores la novia y yo con la maleta, cruzamos lo que han dejado estos tiempos y estos políticos con su mal hacer, como un  “Páramo” en el corazón de la Vieja Astigi y por El Conde, Puerta Cerrá, Portería del Carmen…    subimos hasta Pinichi; a la entonces almazara que fuera para la ocasión “La Fonda el Piufi” para mi estancia en el pueblo.
          Cuarenta y dos años hará esta misma tarde, día de S. Rafael, manque le pese a algún curita, porque yo lo seguí celebrando siempre este 24 de Octubre, no me pareció bien dejar solo a S. Antonio Mª Claret después de tanto tiempo juntos “La humildad es el fundamento de todas las virtudes” que diría Él y, yo que lo intento en eso por lo menos.
          Ahí junto a donde reposan los restos de ese hombre que tanto significó y me marcó en la vida, mi “Pupá Pepe”, quedarían como homenaje esas sencillas flores que la novia aceptó en mi petición, porque ella me quería también y como empuje animoso en el espíritu para el inicio de una vida nueva que daba comienzo; cumplimentado con ello mi particular “Camino de Écija”. Rehecha la compostura sentimental del momento, saldríamos nuevamente para recrearnos con algo más de detenimiento, ante: Murillo y Valdés Leal; Zurbarán, Alonso Cano y Gonzalo Bilbao; Eugenio Hermoso o Bacarisas…  y la Catedral, la Alfalfa con su tapeo y El Parque Mª Luisa; Triana y los ceramistas y el río, y los coches de caballos que desde el callejoncito de la “Pensión Fabiola” pasaban por Santa Mª La Blanca camino de la Puerta de la Carne, si, donde los buenos cartuchitos de pescaditos fritos y los Jardines Murillo y el Barrio de Sta. Cruz…   embobados y acaramelados (esto pegaba en el momento) seguiríamos por Osuna y Estepa, Loja, Sta, Fe y Granada…   ¡Puaaaff Granada! “Pa morirse”. No me extraña que Boabdil llorara cuando se fue. Mejor hubiera hecho este hombre tirándose de cabeza al Darro y quedarse allí muerto, total lo que   pasaría, además de la humillación por verse tirado como un trapo, engañado con los tratos y requisados muchos lujos, sería mucho peor después de cruzar Las Alpujarras.
          Disfrutamos lo que pudimos en aquel momento, indescriptible y luego, la Capital del Reino, Madrid. La gente se piensa que los antiguos eran tontos; unos indocumentados que hacían las cosas tal como les venían, al tun tún…   no están equivocaos…  mecagonlalessshe Madrid es Roma, pero hablando español y comiendo callos con garbanzos. Deambular por su Plaza Mayor, La Cava, Cascorro, El barrio las letras…   no se me olvida El Prado, ni el Lázaro Galdiano, La casa de Sorolla, el Cerralbo o lo que antes fue el Reina Sofía y el Casón del Buen Retiro… no se me olvida, lo que pasa es que soy un pesao y cuando hablo de cositas de pintura se me va el santo al cielo.
          Hoy lo dejaremos aquí con solo el recuerdo, porque hay que estar por la compañera, que también supongo que lo celebrará y el ordenador lo dejaremos para otro momento.
Montero Bermudo
23 de octubre (a última hora del día) de 2.018, cuarenta y dos años después.  

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