Cuarenta años de una
aventura
… En “La Venta de la
Alegría” cuarenta años después… un
respiro que permita cuando menos echar la vista atrás ¿Cómo ha pasado el tiempo?... ¡¡Pienso
a mi caballo!! Y que la paja lleve
granos, que otros cuarenta habrá que recorrer.
A estas altura de la vida, la que quizás permita divisar las cosas a través del privilegio otorgado
por cierta edad, aquello que llanamente es entendido como veteranía y desde este
presente que es linde o frontera entre
lo vivido y lo que quede por vivir, una
cuarentena de años de camino realizado juntos nos contemplan. Recuerdos
inolvidables de aquella “feria de pocos
abriles” de la cual partimos camino adelante a lomos de ese caballo de la
ilusión y que nos ha permitido, al margen de un sinfín de contratiempos, hacer una vida en pareja y llegar hasta aquí.
Mirando atrás por ordenar los
pensamientos y degustar infinidad de ratos buenos echando manos del recuerdo, que es lo mismo o
parecido que volver por el camino andado, pero eligiendo “escenas”, se le
escapan a uno hasta algunas lagrimitas ¿Cómo no? Dura experiencia, la más dura
nos tocó, pero habrá que seguir
aceptándolo… no queda otra, porque si Dios
o el destino nos colocaron el uno junto al otro por algo será y no voy a ser yo
quien lo contradiga.
Hubo también cosas preciosas y la más: esa rubia
maravillosa, niña de mis ojos, laurel de mis batallas y sueño de todos mis proyectos, que como no dudo,
tuyos también y que compartiremos por
los restos porque fue nuestra “Obra
Maestra”. Ella, junto a ti, marcáis mi trayectoria y el punto de fuga en el
horizonte donde convergen todas y cada una de mis ilusiones, presentes y
futuras.
Me apunto voluntarioso, por deseos y
convicción a lo que venga y podamos hacer unidos, bueno o menos bueno, como ya quedáramos
aquella víspera de S. Rafael en presencia de Dios y de los nuestros. No faltaré a la cita del compromiso, porque
soy de palabra y cuando entonces la di, como en estos momentos, me salió del alma. Sigo siendo el de siempre,
con más arrugas y alopecia, más veterano y más consciente, reposado y
consecuente y con unas tremendas ganas de iniciar la ideal aventura, que nos proyecte
hacia ese futuro ilusionante que a la salida de esta “Venta de la Alegría” nos
espera. En esto no tengo duda y repuesto el brioso e ilusionado caballo que
hasta esta nos portó, ansioso y de cara al camino nos espera.
Lo mismo que
entonces, como un caballero legionario desfilando orgulloso y con la cara al
frente, paso ante ti presto y dispuesto a luchar por ese futuro cargado de
interesantes sorpresas que nos aguardan.
Montero Bermudo, víspera de S. Rafael de 2.016
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