campiña ecijana

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martes, 6 de abril de 2021

A mi Cañatos de siempre


 

 Cañatos que sigo aquí

       Hablando de mi Cañatos. A veces pienso que como sus calles siguen en el lugar, su gente y el recuerdo andan presente en su ambiente y en el espacio de su universo…   no se fueron nunca, están o estamos allí, es posible que muchos ahora (como cañateros) no nos vean, encontrándose todo de manera distinta y modificado, que no es lo mismo… pero que a mí me da que no nos hemos ido, repartidos en su cosmos los cañateros nunca nos fuimos y aunque ya no esté el arroyo como linde entre: los de allá en Juan Páez, Alamillos o Puerta Osuna, aquel pequeño rio que rondara esa muralla y que también separaba al barrio de la “gran urbe”, en tiempos de cuando Cañatos y su idiosincrasia andaba enmarcado dando clara visión a su entidad y que mantenían, manque lo duden,  clara distinción, entre nosotros y los demás astigitanos…   queda el sello marcado en el alma de cada uno.

“¡Cañatos quehstamo ahquí ! que no mo habemo ío… barrio ande ma criáo, mi jhente, de lahque no meorvío”

      De aquel Cañatos de mi “crianza”, hoy tan cambiado y remozado, tan preñado de esperanza… no hay ocasión ni momento en el que no lo eche en falta, ni dedique una mirada con los ojos de la nostalgia, a ese “cuerno de la abundancia”, el que surtía al barrio entero: de hermandad, de vida, de ingenio y gracia; de lujo en un vecindario rebosante de sustancia, donde se dio siempre el reparto cuando había y si faltaba. Cañatos de griterío, de cantes, toros y verbenas; de ventanas con gitanillas, claveles, azucenas…  de zaguanes “mu fresquitos” con pilistras, helechos, esparragueras; donde alegres y animados patios bajo el palio de su esfera, criaban palmiras y geranios de mil colores; malvas chinas, narcisos, pericones… y clavados en arriates como huerto en el Edén: parras, celindas, hierbabuena… y pegado a los jazmines, esperando el atardecer, la sillita de la abuela que hacía ramitos de él.  

      La alegría de tus calles, la pompa de tu solera, el mejor escaparate donde ofreces tus maneras, hermosura de tus viejos: patriarcas de su gente, donde niños a pedradas ejercían su talante; de arroyo con mucho genio, el que nos daba cierta anarquía poniendo su agua por medio…    ¡¡Ay Cañatos!! ¡¡Qué alegría!!

     Incomparable escenario donde empezó mi historia, allí se fraguó el inicio mi vida, la gloria…   cañatero desde entonces, brote continuo en la memoria, gravadito en el pellejo todo el lustre de esa honra, riqueza que amontono, abolengo, hidalguía…aquello fue más que el oro: “fuente pa toa la vía” …   humildad que atesoro de por vida…  es lo que el barrio cría

Montero Bermudo.

Cañatero por la gracia de Dios y por la madre que me parió.   Primavera 2021

       

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