campiña ecijana

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sábado, 27 de febrero de 2021

"La avaricia rompe el saco"


 

Adán y Eva expulsados del Paraíso:  Masaccio

(Interpretación libre por necesidad de acción, en tiempos de pandemia)

     Con verdadero acierto supo Masaccio expresar en aquel rinconcito del Carmine florentino, el desespero y la frustración de un Adán y Eva que, colmados de toda “gloria” e inconformes con tanto, faltaron por un equívoco irreparable al mandamiento divino…    les parecería poco.  

     El egoísmo humano queda patente aquí y de qué manera, magistralmente expresado por un artista revolucionario en su arte, cuando aún no contaba la treintena, ni llegaría. Por medio de una soltura y resolución magistral dejaría plasmados en estos frescos, aquello que somos, aunque neguemos, viene de lejos y no es nuevo, desde el principio de todo inicio de nuestra presencia en este mundo, del que poco o casi nada conocemos, pero nos afanamos en dominar…  no aprendemos.

     Falta quizás todavía enfrascarse de vez en cuando en lo que diera de si esta figura algo olvidada tal vez, en estos momentos en los que el arte va por caminos no poco confusos (reflejo fiel del momento…   que se alarga) un artista que supo expresar conocimientos y capacidades, cuyos avances y consecuciones (consideraciones del tiempo transcurrido al margen) se actualizan por poco que uno se detenga en el estudio de su arte, a pesar de los casi seiscientos años transcurridos. Inconforme con la posible forma, algo vencida ya de un gótico en decadencia, partió hacia un mundo renacentista llevándose consigo cuanto pudo de lo espiritual (la sombra de un Giotto se alargaría mucho tiempo afortunadamente) para darle atmósfera, soltura y movimiento a través de una perspectiva aérea y lineal que aprehendiera de un cercano Brunelleschi tan presente en su mundo y en esta ciencia.    

     Es posible apreciar la muestra dolorida y destrozada de Eva a través de esa expresión de sentimientos rotos, donde se revela el desgarrador grito, cuya comparativa con el mismo (grito) de Edvar Munch varios siglos después, cuando menos a mí, me invita a reflexionar ¿Dónde vamos? …  no tanto quizás por verse expulsada junto a su hombre y compañero del Paraíso, si no más aún, por la rabia, vergüenza y frustración de sentirse sorprendida en su falta. Abatida y desmoronada en lo más hondo de las entrañas  al habérselas creído dichosa y dueña de una situación, la que a su antojo pensaba “amañar” por encima de prohibiciones, sugerencias e indicaciones divinas; ella sabría capear y rodear obstáculos no temiendo ser descubierta o sorprendida y más contando con esa parte de perspicacia mal entendida de la que se sentía portadora, no habría norma ni regla de la que no supiera excluirse dando el pego llegado el momento, hasta al mismo Todopoderoso que viniera pasando cuentas.

     Calló todo del cielo desparramado ante ella y cualquiera de sus aspiraciones ya no habrían de ser para “la afortunada elegida” ni el disfrute de tan inmensa posibilidad y por siempre le acompañaría el sufrimiento, el dolor, el trabajo y el esfuerzo en pro de una vida que ahora se tornaba en un intercambio; los regalos habían de esperarse al canje o al amparo y el amor del prójimo.

       Ella que mal gastó el ofrecimiento divino, se las vería junto a su compañero por siempre en una vida errante, obligada de esfuerzos, condenada y culpable de por vida más llevando el lamento eterno de la incomprensión al no sentirse única de culpas.

       Adán cabizbajo cubre su rostro a dos manos compungido y con el profundo sentido del honor roto, no tenía margen ni excusa donde un respiro le diera razones para una descarga, por mínima que fuera en culpabilidad implícita, él cedió irresponsable entregando o poniendo en manos de ella, decisiones de las que, no pintando buenas sería exculpado… se apuntó a caballo ganador gustoso y otorgó, se dejó llevar a facilona realidad, la que él transformaba con su abstención en capricho que no pagaría y le salió el tiro por la retaguardia. Por omisión del deber sería culpado cargando la misma pena ¡Dios es justo! y ahora se veía, después de mal gastado el regalo divino de una vida en aquel Edén junto a la mejor compañera, caído en el peor de los infortunios, fruto de su irresponsable acomodo en la toma de decisiones… esto era de dos y Masaccio, en aquellos maravillosos frescos de la capilla Brancacci, supo expresar como nadie, lo que pudo ser la posible realidad del hecho, para gusto y disfrute, de cuantos a través del arte seguimos soñando con historias por viejas o recientes que sean, en la “necesidad del arte” anda la verdad de cada uno implícita.

Montero Bermudo

Expulsado yo también de “mi paraíso”, febrero de 2021

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